El inicio anoche de la Conferencia
Nacional por la Paz en Venezuela demostró que si hay un diálogo
imposible en ese país, es el de la violencia. Para entenderlo, basta remitirse
al consenso que hubo en esa reunión de alrededor de cuatro horas entre
representantes de diversos sectores sociales, respecto a la necesidad de buscar
solución a los problemas solo por medio de un debate pacífico y civilizado, en
el cual participe ampliamente la población.
Y es muy importante que dicho asentimiento haya partido de
que los asistentes al encuentro (religiosos, empresarios, intelectuales,
artistas, dueños de medios de comunicación, periodistas, diputados,
gobernadores, entre otros) aceptaran previamente tres principios clave: absoluto
respeto a la Constitución, dejar a un lado los actos violentos y evitar la
injerencia foránea en los asuntos internos del país.
En la reunión, tanto partidarios del Gobierno como
opositores reconocieron que Venezuela tiene una
Constitución que fue aprobada, cuestionada por algunos sectores, modificada y
vuelta a aprobar por la mayoría del pueblo, y por tanto cuenta con un apoyo de
muy amplio espectro.
También quedó explícito que los venezolanos son capaces de construir
su propio bienestar sin injerencia de ninguna índole y sobre la base de la más
plena soberanía.
Respecto a la violencia, además de un unánime rechazo, “venga
de donde venga”, se logró coincidir en la necesidad de aprobar cuanto antes el
reglamento para el control y prohibición de armas de fuego, documento que,
según el presidente Nicolás Maduro, está a punto de ser rubricado.